lunes, 30 de diciembre de 2013

Desempolvando la política de clase

Los “chavs”, o los equivalentes ingleses a los calificados en España como pokeros, canis, bakalas, jinchos y chonis. Adjetivos, todos ellos, que se refieren al mismo perfil de persona. En el caso masculino: el macarra del parque que se dedica a “tunear” coches de desgüace. En el ámbito femenino podría ser perfectamente el estereotipo de la joven hortera y mal hablada que se paga unas tetas nuevas con el subsidio de desempleo. Este es el eje en torno al cual gira el ensayo del columnista y escritor Owen Jones, titulado “Chavs: La Demonización de la Clase Obrera”.

Jones desarrolla en su ensayo la manera con la que se presenta ante la sociedad este estereotipado grupo: una panda de de desaliñados, vagos e incultos, habitualmente británicos de nacimiento, desprovistos de valores positivos como el esfuerzo, que tras haber fracasado en la vida se dedican a “chupar del bote” es decir a vivir de las prestaciones de desempleo o de incapacidad.

A partir de este punto, Jones explica, de manera redundante en algunos episodios, la manera con la que las instituciones, en especial medios de comunicación y los partidos políticos, se dirigen a esta subclase, un “apestoso vestigio de la respetable clase trabajadora tradicional”.

El origen del estereotipo “chav” y de la clase social a la que va pegada, radica en una feroz lucha de clases desatada por los gobiernos tories (adjetivo con el que se conoce al ala más conservadora de las derechas británicas) de Margaret Tatcher en la década de 1980’s.

Durante sus gobiernos, las políticas de la dama de hierro privatizaron la mayor parte de las empresas estatales, como las que que gestionaban el gas el agua y la electricidad, lo que provocó una oleada de protestas, protagonizadas por los sindicatos que tuvo su máxima expresión en la huelga de los mineros de 1984-1985.

Los trabajadores fueron a la huelga porque el cierre propuesto de 20 de las 174 minas estatales dejaba a 20.000 trabajadores en la calle. El resultado fue la privatización progresiva del total de las minas y una derrota apabullante de la cual los sindicatos jamás se volverían a recuperar.

Fue entonces, cuando los conservadores y el poder económico se encontraron con un terreno de juego allanado para desarrollar sus políticas neoliberales, como las privatizaciones anteriormente citadas, o la liberalización de la vivienda pública. Todas ellas, medidas dirigidas a crear una clase media en la que el progreso o el fracaso no fuera una cuestión común y colectiva como antes, sino individual. Lo que suponía la destrucción del tejido productor como clase, con sus valores y su poder.

Emergía pues, tal y como confirma una y otra vez Jones  con datos y entrevistas, una masa amorfa y fragmentada de trabajadores, muchos de ellos en paro, con trabajos peor pagados y de peor calidad.

Allá en donde había existido una fabrica o una mina que garantizaba un puesto de trabajo para aquellos jóvenes que allí habitaban, se construía un centro comercial, o un supermercado que en el mejor de los casos daba trabajo a menos de la mitad de las personas que trabajaban en dicha fábrica o mina.

Todo esto contribuía, en primer lugar, a crear una subclase de jóvenes sin futuro que no tuvieron miedo a la hora de delinquir para subsistir, o para mejorar sus condiciones de vida. Y en segundo lugar, a  aumentar la tasa de beneficiarios del subsidio por desempleo. Por otra parte, los valores como el esfuerzo, la dignidad a la hora de ganarse el pan, o la combatividad colectiva, que caracterizaron al proletariado británico tras la Segunda Guerra Mundial, comenzaban a perderse.

algunos chavs saquean una tienda durante los disturbios iniciados en Londres, en 2011
Asimismo, la marginalidad en las comunidades más castigadas crecía porque la desamortización de la vivienda pública hizo que los habitantes mejor situados socialmente emigraran.                               

La naciente subclase en cuestión, poco a poco se vio sometida a una serie de prejuicios de distinta índole por parte de la sociedad y de los media que cristalizaron en el término “chav”, estereotipo para expresar el odio fundamentalmente hacia los blancos de clase social muy baja.

A menudo, comenzaron a protagonizar chistes de mal gusto, baratos reality shows y a ejercer como tema principal de páginas web en las que los usuarios se desahogaban hablando de lo peligrosas que son las comunidades en las que habitan. De hecho, empezaron a ser sujetos de reportajes y noticias en las que se les daba un trato injusto

ridiculización de un chav (ilustración hallada en la red)
Los análisis y los comentarios de los creadores de opinión de la derecha y de la izquierda moderada, comenzaron a hablar de ellos y a culparles de su propio fracaso y del lento progreso que sufría el resto de la sociedad, ya que les acusaban de despilfarrar las prestaciones que recibían y que tanto esfuerzo le costaba a la clase media crear a través de los impuestos.

Todo ello formaba parte de una estrategia de los diferentes gobiernos y de los poderes económicos, dirigida a culpar a la clase trabajadora de sus males y a crear motivos para mantener la desigualdad social, cada vez más creciente.

Pero la historia no acaba aquí, el autor analiza el reciente ascenso electoral de la extrema derecha en las antiguas comunidades pobladas por los chavs, y llega a la conclusión de que el triunfo en muchos de estos distritos se debe fundamentalmente a la transformación brutal que sufrió el viejo laborismo tras la Segunda Guerra Mundial.

En un Reino Unido en el que el centro de atención estaba la mal definida por el Tatcherismo “clase media”, la izquierda no supo reorientar su línea y siguió la senda marcada por los tories, es decir, mantuvieron las mismas políticas económicas de liberalización de sectores públicos y de destruición de tejido industrial, con el objetivo de aumentar esa clase media y hacerla más fuerte en detrimento de una subclase apática, desempleada y mantenida, eso sí, con prestaciones más gruesas que las que sugerían los conservadores.

El nuevo laborismo post-tacherista de Blair y Gordon Brown no satisfacía a esta subclase porque estaba muy lejos de ella políticamente y no tenía respuestas de izquierda a sus problemas.

El autor ilustra esto con lo que se llamo en la prensa el escándalo del “Bigotgate”: Gordon Brown, el candidato laborista para las elecciones de 2010, ofendía en su coche oficial a una señora con un pasado familiar vinculado fuertemente al Partido Laborista, y a su vez, habitante de una comunidad castigada por el desempleo, después de haber mantenido una conversación con ella durante la campaña electoral.

 La mujer, aparte de haberle preguntado cómo iba a reducir la deuda pública que padecía el estado y de haber puesto el dedo en la yaga sobre las abultadas matrículas que ya pagaban los universitarios durante el presente gobierno laborista, le había dicho que últimamente veía demasiados inmigrantes del este.

El señor Brown, que se limitaba a poner parches de forma educada para ganarse el voto, se despidió agradecidamente por haber conversado con ella y se marchó en su coche oficial. Entonces, comenzó a cargar contra sus asesores por haberla citado con esa señora tan bigotuda, lo cual no había sido una buena idea porque decía que se había sentido presionado. Lo que no sabía el candidato laborista era que sus traperas injurias estaban siendo registradas por un micrófono abierto.

El evidente vació electoral en algunos de estos barrios, antiguamente con una fuerte presencia del Partido Laborista, se ha venido llenando con el protagonismo del British National Party (BNP), el grupo liderado por Nick Griffin, en cuyos discursos aparece reiteradamente una retorica filo racista y nacionalista extrema.
Este partido ha conseguido ganarse la simpatía de muchos chavs a través de un argumentario que sitúa a los inmigrantes (africanos, pakistaníes, europeos del este…) en el centro de la deplorable situación en la que vivían.

Según el mensaje de la extrema derecha, el escaso trabajo que ha padecido la clase obrera blanca y británica en estas comunidades se debe a que los baratos inmigrantes trabajan por menos dinero y por lo tanto, tienen más probabilidades de estar activos y de quitarles el trabajo a los británicos. La misma explicación vale para hablar de las prestaciones que reciben, insignificantes debido a que los inmigrantes saturan las listas.

Estas ideas, tal y como asegura el autor con datos, han calado tristemente en algunas comunidades tradicionalmente de clase trabajadora como una contraofensiva a la demonización que venían padeciendo los trabajadores británicos, pues sin una identidad tan definida como la que tenía la clase obrera pre-Tatcherista, resultaba difícil presentarse dignamente ante la sociedad. Algo que, según el controvertido juicio de Jons, no sucedía con las comunidades de extranjeros, cuyos valores étnicos estaban más establecidos y bien vistos por la sociedad en general, debido al arraigo del multiculturalismo.

Finalmente, el autor concluye en que para devolver la dignidad y los derechos perdidos a la clase trabajadora es necesario encauzar el rumbo del barco representado por la izquierda hacia una nueva política de clase multirracial que incorpore también a las clases medias.

Es decir, hacía una política que focalice su discurso en la defensa de lo público, tanto de gastos como de ingresos, y en los derechos sociales y laborales para empoderar a los de abajo y reducir la desigualdad de fuerzas existente entre la clase alta y las clases media y baja. Esto implicaría superar el discurso xenófobo del fascismo del siglo XXI que culpa al extranjero de todos los males de la sociedad.

Así, se recomienda volver a dotar de poder a los trabajadores en la sociedad, pero asumiendo las nuevas condiciones y características de la mano de obra, muy fragmentada como clase, una gran parte de ella desempleada, otra trabajando en condiciones precarias y en trabajos temporales, la mayoría presente en el sector servicios, y una parte importante situada en la clase media.

CONCLUSIONES
En su libro, Jones aborda, con la excusa de profundizar en el concepto chav, cuestiones interesantes que ayudan a entender cosas como el individualismo actual que existen entre los trabajadores de hoy en día, ya que realiza un análisis del presente y del pasado, de cómo un proyecto político impulsado por las clases adineradas triunfó a finales del XX, se asentó tras la caída del Muro de Berlín y de las economías del este y se asumió por los trabajadores durante la primera década del siglo XXI.

Sin embargo, peca a menudo de generalizar a lo largo del relato ya que presenta a la clase trabajadora exclusivamente como víctima de una lucha de clases. Nunca le atribuye ni la más mínima responsabilidad, individual o colectiva, de por qué está así.


Por otra parte, ofrece una línea divisoria entre la clase obrera y los chavs y el resto de clases (especialmente la clase media) que puede llegar a ser algo confusa. La realidad en este aspecto puede llegar a ser controvertida ya que ¿dónde está esa supuesta clase media cuando se queda en el paro, por ejemplo, o cuando sufre las medidas de recortes sociales? ¿Sigue siendo clase media o de repente se vuelve clase baja? ¿Dónde está la frontera entre ambas?

Profundizando en este aspecto, pueden surgir más dudas: ¿Existe en esa clase media, personas con actitudes similares a las que muestran los chavs, o el término chav solo vale para los vándalos e incultos de la clase baja?

En cuanto a la cuestión racial, se observa cómo el concepto chav está reservado para los blancos de clase obrera, sin embargo, y aunque la sociedad británica se esfuerza por imponer una línea racial al concepto chav, parece ser cierto que, aunque los inmigrantes no se presenten a veces directamente con las actitudes chavs, muchos de ellos están sometidos a las mismas condiciones y comportamientos que ellos y, al margen de eso, a un racismo que suele estar presente en todas las clases sociales. Esto quizás cueste trabajo observarlo a lo largo del ensayo.

Asimismo, se echan de menos análisis alternativos honestos que nos ayuden a entender en que cuestiones han progresado  y de qué se han beneficiado para crecer económicamente las capas bajas a finales del XX y principios del XXI, ya que queda bastante claro en qué cuestiones han retrocedido, pero no en que han progresado, o de que se han valido para crecer económicamente tras las políticas de Tatcher.

En cualquier caso, es un libro de recomendada lectura para aquellos que andan perdidos en esta sociedad individualista y que no entienden por qué el voto de la izquierda está tan dividido y por qué le gusta tanto la abstención. Para aquellos que no entienden, por ejemplo, por qué cuando van a una manifestación, no le acompaña su grupo de amigos y familiares, aunque padezcan las mismas políticas de expolio que las clases dirigentes inoculan constantemente, da igual que sean del estrato más bajo o de una posición más acomodada.

Por supuesto, también es imprescindible para el estudio de la tradicional clase obrera industrial, hoy transformada en un sector que tiene que ver más con la precariedad, el trabajo temporal en empresas del sector servicios y la división.

Además, permite entender la evolución de esta clase y sus resultados: una subclase demonizada que pasó a trabajar en condiciones precarias y a engrosar el “ejército de parados”. Un grupo de desarrapados contra los cuales es fácil cargar desde la cúspide de la pirámide porque tienen a la gran mayoría de la sociedad y de los medios en su contra. 

*En la primera foto, algunos chavs saquean una tienda durante los disturbios iniciados en Londres, en 2011. En la segunda foto, ridiculización de un chav (ilustración hallada en la red). En la tercera foto, portada y contraportada del libro.

jueves, 15 de agosto de 2013

El rostro franquista oculto de nuestra democracia

Tras el Partido Popular, se oculta el rostro más reaccionario y franquista del espectro político español. Este rostro que en épocas de crisis está saliendo a la palestra continuamente, es rencoroso y profundamente antidemocrático, apela a un patriotismo muy propio (a la adoración  del rey, del pasado imperial español y de la iglesia católica). Es un rostro que, aunque los altos cargos no muestren ante las camaras, si lo hacen los militantes de base, esos a los que no les tiembla el pulso a la hora de mostrar su odio hacia la democracia y hacía los explotados por el sistema. A continuación, varios ejemplos.

El pasado 26 de Julio el alcalde de un pueblo de Lugo, perteneciente al PP dijo en un pleno municipal que los condenados a muerte por Franco se lo merecían, lo hizo tan nervioso como una fiera, cuando la oposición denuncio los crímenes cometidos por la dictadura franquista. Finalmente, el alcalde oculto su rostro reaccionario y pidió disculpas en un acto de clara incredulidad política diciendo que esas palabras no reflejaban su sentir.

Ayer mismo, tras el enfrentamiento entre preferentistas y las NNGG en las puertas de la Audiencia Nacional, un afiliado a los aprendices de gaviota declaraba en Twitter que lo de los preferentistas daba igual porque se iban a morir en breves, lo que realmente le importaba es lo que supuestamente le preocupa a su partido, que es la economía. Asímismo, mientras lucia el rostro dictatorial, propio de los que le deben parte de su ideología al franquismo, llamaba abuelos rojos y analfabetos a todos los que fueron estafados por las entidades bancarias.


Ayer también, en el perfil de Facebook del líder de las NNGGde Xativa (Valencia) aparecía una foto suya en la que posaba con el brazo en alto, tal y como saludaban los fascistas, orgulloso y con dos grandes coloretes en su orondo rostro, esta vez, el fascista, aunque hoy, delante de sus padres y amigos, probablemente mostrara arrepentido el rostro liberal conservador. Las autoridades municipales del PP, en lugar de condenar el gesto, lo han considerado una filtración interesada efectuada por hackers controlados por la oposición. El clásico truco de recurrir a la teoría de la conspiración cuando las cosas no cuadran: conspiradores de Moscú, contubernios….


Los nostálgicos franquistas se saltan la barrera del arrepentimiento cada vez con más frecuencia y siempre avalados y protegidos por los que en otro tiempo, les acunaron, es decir, por los conservadores que temían un levantamiento masivo de la clase obrera en toda Europa. Es en estos momentos, cuando es necesario recordar que los orígenes del partido conservador más importante de España se remontan a la Transición, cuando un conjunto de grupillos de derechas, formados por hombres franquistas en su mayoría, decidieron unir sus fuerzas y formar Alianza Popular. No es extraño, entonces, que ese rostro hostil y antidemocrático sea el que muestren en tiempos de agitación política como estos.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Se descojonan de nosotros

Agag y Ana Aznar contraen matrimonio en 2002
  “Nos piden buen comportamiento y comprensión mientras disfrutan en sus banquetes y se rodean de mafiosos”. Esto es lo que a muchas personas les vendría a la cabeza al contemplar fotos como la que está usted viendo. Esta imagen es del 5 de Septiembre de 2002, día en el que Alejandro Agag contraía matrimonio con Ana Aznar, la hija del ex presidente del gobierno y actual presidente de la FAES. Los tres muestran sus mejores galas y sus sonrisas más relucientes. Entre sus invitados estaban los monarcas o algunos de los imputados en la trama Gürtel como Bárcenas o Francisco Correa, el apodo “Don Vito”.
 
Según los últimos papeles relacionados con ellos, la red mafiosa, encabezada por “Don Vito”, pagó 32.452,42 euros en concepto de regalo por algunos de los gastos de la ceremonia, como la iluminación o el parking de la finca  “Los Arcos del Real”, un restaurante de lujo situado en El Escorial y elegido por la familia para la celebración del banquete.

Agag ha dicho en su defensa que Francisco Correa solo le regaló la iluminación, cuyo precio ignora. Además, ha dicho que por aquellos entonces, Correa no estaba imputado en nada y que la invitación era, exclusivamente, por razones de amistad. Por otra parte, José María Aznar afirma que es normal que en las bodas se reciban regalos relacionados con la actividad de los invitados. En este caso, a lo que se dedicaba Correa era a la organización de eventos, muchos de ellos de manera ilegal.

La credibilidad de los dos grandes partidos está muy tocada y hechos como este añaden leña a un fuego que abrasa a los ciudadanos, cada día más desengañados respecto a sus gobernantes. En esta ocasión, la presencia de Correa, y de otros políticos implicados en la Trama como Bárcenas, Jesús Sepúlveda, Álvaro Pérez, también conocido como “El Bigotes”, o Blesa, demuestra la cercanía que ha existido y existe entre la cúpula del PP y sus redes mafiosas.

lunes, 20 de mayo de 2013

El Partido Popular de Madrid no cree en la televisión pública

La directiva de Telemadrid aprobó en Enero de 2012 un Expediente de Regulación de Empleo mediante  el cual se despedía a 925 trabajadores, es decir, al 80 % de la plantilla. Ignacio González no contempla la readmisión de los trabajadores bajo ningún concepto.


 Independencia de los poderes políticos, pluralidad ideológica y carácter crítico son algunas de las características que no se deben olvidar si hablamos de periodismo y de medios de comunicación. 

La televisión pública nacía en el siglo XX con esas encomendaciones bajo el brazo, ante la multitud de medios privados dispuestos a atentar contra los principios éticos y morales que conforman la profesión  como se ha visto en multitud de ocasiones. Sin embargo, con el paso de los años, muchas de estas televisiones han dejado  de ofrecer un servicio digno debido a la intromisión de la esfera política central en ellas.

Es el caso de Telemadrid, en donde el declive comenzó  con la llegada de Esperanza Aguirre a la presidencia de la Comunidad en el año 2003 ya que “transformó la cadena en un aparato de propaganda a su exclusivo servicio” tal y como asegura  Ángel García, representante de UGT y afiliado a la plataforma Salvemos Telemadrid.

Desde entonces, por orden de la directiva, se han realizado  ejercicios de manipulación informativa en todos los niveles, por ello, en 2004, muchos periodistas se negaron a firmar sus informaciones y en 2007 denunciaron en el Parlamento Europeo la manipulación informativa que se estaba llevando a cabo en la cadena.

En 2012 el Ente Público Radio Televisión Madrid (RTVM) sufría tres crisis: una crisis de deuda ya que debía 242 millones de euros, otra de audiencia ya que los niveles estaban en el 5,9 % y otra de publicidad que suponía una pérdida de ingresos muy grande. En ese contexto, Ignacio González anunció que se iba a llevar a cabo un ERE en Mayo y contrató a la consultora Deloitte y Cuatrecasas para que llevará a cabo un informe sobre la situación financiera de la cadena.

Asímismo, se acordó reducir la subevención un 35 % en 2013. De esta manera, se pasaba de 131 millones de euros a 84 millones.

ERE y negociación
El informe redactado hablaba en primer lugar de aplicar un ERE de 925 despidos debido a la “insuficiencia presupuestaria” existente,  y en segundo lugar, de privatizar o “externalizar” determinadas áreas funcionales, lo que significaba según ángel García, dividir Telemadrid y venderla a empresas interesadas, algunas de ellas son Vértice 360 Servicios Audiovisuales en donde está situado el que fue ministro con Aznar, Josep Piqué, o Secuoya en donde se encuentra Miguel Ángel Rodríguez, ex portavoz del gobierno de Aznar.

Finalmente, en Noviembre del pasado año, la consultora redactó el informe y la directiva inició los trámites para llevar a cabo el despido de los 925 trabajadores en una plantilla de 1.164. La directiva seguía, así, un proceso muy similar al que había llevado a cabo con anterioridad, la directiva del valenciano “Canal 9”.

Tras la aplicación del Expediente, se abrió un proceso de negociación con los sindicatos que finalizó el 4 de Enero de 2013. En este proceso los sindicatos propusieron las siguientes medidas para reducir el impacto del ERE: traspasar 150 trabajadores de la cadena a la administración, proponer prejubilaciones para aquellos trabajadores de 55 años de edad o superior, bajas incentivadas y voluntarias, poner un límite en 50.000 euros anuales para los salarios más elevados, reducir el número de colaboradores, en su mayoría tertulianos, una reducción del sueldo de los trabajadores hasta un 50 %, una reducción de directivos y despedir a 100 empleados con un sueldo medio de 50.000 euros por considerarlos personal duplicado o innecesario, medida con la que se podría llegar a ahorrar 3,5 millones de euros.

Por otra parte, propusieron controlar el gasto para adpatarse a la reducción de subvención, dedicando 42,5 millones a gastos de personal, 12,6 millones a compras y consumos, 12,3 millones a indemnizaciones y 13,3 millones a servicios exteriores.

El proceso de negociación finaliza sin acuerdo entra directiva y sindicatos. De esta manera, el 12 de Enero se materializaba el despido de 790 trabajadores a través de burofax. Entre esos trabajadores no se encontraba ningún directivo. 

Tras el fracaso de las negociaciones , los sindicatos demandaron a la directiva del ente porque en ningún momento habían tenido una actitud verdaderamente negociadora y por que consideraban el ERE injusto. El Tribunal Supremo de Justicia de Madrid falló a favor de los trabajadores, considerando el ERE improcedente. Además, obligó a la directiva a readmitir a los 829 trabajadores despedidos hasta la fecha, o a pagarles, no 20 días por año trabajado, sino 45. Frente a esto, Ignacio González aseguró en los medios que bajo ningún concepto habría readmisiones

Los sindicatos, en vistas de que el consejo de Administración del Ente no iba a readmitr a los trabajadores despedidos, objetivo primordial de su lucha, y ante el recurso planteado por Telemadrid, decidieron recurrir también la sentencia al Tribunal Supremo, de manera que la sentencia final está aun por decidir.

La subcontrata de TSA
Después del ERE, la carencia de esa masa de trabajadores se ha suplido a través de subcontratas a empresas privadas, una de ellas es Telefónica Servicios Audiovisuales (TSA), de donde procede el actual director general de Telemadrid, José Antonio Sáchez Domínguez.

La empresa TSA ha cobrado desde que se llevo a cabo el despido cerca de 1.200.000 de euros. A esto hay que añadirle el hecho de que se está sustiyendo empleo estable por subempleo ya que los trabajadores de TSA están cobrando un sueldo que oscila los mil euros, de hecho, Ángel García asegura que “hay gente trabajando en TSA que cobra menos en Telemadrid que cuando estaba en el paro". 

Si nos ceñimos a las cifras, el ente público se está ajustando francamente mal a la reducción de la subvención ya que, de momento, desde la aplicación del ERE se han pagado más de 26 millones de euros a los despedidos, estas indemnizaciones podrían llegar a los 70 millones de euros después de la sentencia del TSJM, por otra parte, se les está pagando el desempleo a los trabajadores despedidos y además, la directiva ha pagado 1.200.000 euros a TSA desde que se la subcontrató para sustituir a los despedidos.
Por ello, más que una forma de ajustarse a los parámetros económicos, el ERE y las demás medidas de ajuste configuran una forma de hacer política que el Partido Popular de Madrid está llevando a cabo, no solo en este sector, sino también en sanidad y educación; y que se basa en las privatizaciones. De esta manera, los servicios que antes se gestionaban públicamente, se convierten en instrumentos de negocio para las empresas, dirigidas muchas de ellas por ex políticos o por personas allegadas a ellos.

¡Paga o muérete!

Walt, el protagonista de la serie Breaking Bad tiene cancer de pulmón. La solución consiste en someterse a un tratamiento que, al parecer, da buenos resultados a largo plazo ya que contribuye a alargar la vida del paciente, y en el mejor de los casos, a salvarla. Sin embargo, este tratamiento está al alcance de muy pocos por su elevado coste (90.000 €) en un país, EEUU, en el que la sanidad se gestiona a través de un modelo liberal que exprime económicamente a los que menos tienen, les somete a sus empleos, ya que si los pierden dejan de tener seguro médico, y les deja con una deuda enorme. Esto último es lo que le preocupa a Walt , es decir, el hecho de que se muera y le deje a su esposa y a su hijo con una deuda de miles de dolares.

Es el problema de entender un derecho fundamental como un bien con el que puedes hacer negocio. Las políticas de nuestro querido PP en Madrid siguen esta estela: dejar de mantener la sanidad pública porque supone un coste muy elevado, y conceder su explotación a empresas privadas en las que los consejos de administración están colmados de ex políticos que participaron en la privatización, o de amigos y familiares de estos últimos.

Todo esto le tiene a Walt buscando billetes en la piscina y en los conductos de ventilación. Pero el dinero no cae del cielo, y en un país en el que sin billetes no eres libre es necesario traspasar los límites legales muchas veces. Por ello, aplica sus conocimientos de química para hacer la mejor metanfetamina y poder recaudar dinero rápidamente. ¿Está bien, o mal? ¿Es ético o amoral? Dejemosle a ese supueto Dios que está por encima de la nación de las barras y estrellas, la facultad de juzgar. 

sábado, 9 de febrero de 2013

Finaliza la huelga estudiantil convocada por el Sindicato de Estudiantes

Finaliza la huelga de 72 horas convocada por el Sindicato de Estudiantes, una huelga en la que la participación de los estudiantes de instituto ha predominado, especialmente en la manifestación convocada para antes de ayer. Muchos jóvenes procedentes de diversos institutos partieron de Atocha y se dirigieron a Sol en una manifestación en la que se escucharon proclamas como "Wert Dimisión" o "dónde están, no se ven los niñatos del PP, yo si se donde están, en la empresa de papá".

También destacaron discursos en los que profesores y afiliados a sindicatos y organizaciones animaron a los jóvenes a que se movilizaran y criticaron la gestión que el gobierno está haciendo de lo público, en especial, de la educación pública.

Una profesora hizo un llamamiento al gobierno a que mirara a países nórdicos como Finlandia, en los que la educación es la base del sistema. A su vez, aseguró que si el gobierno no cuida la educación, se producirá una generación perdida tal y como ocurrió en Finlandia en los años 90, tras el desmoronamiento de la Unión Soviética

Las demandas de la huelga, las siguientes:

- "Retirada inmediata de la contrarreforma franquista del PP"
- "Wert dimisión"
- "Libertad de expresión para la juventud y asegurar el derecho a huelga"


viernes, 11 de enero de 2013

Güemes se beneficia de los servicios sanitarios que él mismo privatizó

- Unilabs, empresa a la que el exconsejero de sanidad en Madrid está adherido, ha comprado el 50% de la UTE (Unión Temporal de Empresas) perteneciente al grupo Ribera Salud.
-el exconsejero Güemes adjudicó en 2009 el servicio de los análisis clínicos en 6 hospitales a la UTE  

A partir de hoy, Unilabs controlará el 55% de la UTE tras una compra realizada por 5 millones de Euros. Juan José Güemes, consejero de Unilabs, podrá beneficiarse del proyecto privatizador de la sanidad pública que se viene haciendo desde su estancia en el gobierno autonómico. Bajo su mandato se desarrolló el sistema de concesiones bajo el cual se permitía la explotación de los servicios públicos sanitarios por parte de empresas privadas.

Unilabs pasa a controlar así la gestión de los análisis clínicos en 6 hospitales madrileños  Infanta Sofía (San Sebastián de los Reyes, Infanta Crisina (Parla), Infanta Leonor (Vallecas) Sureste (Arganda) y Henares (Coslada) y Hospital del Tajo (Aranjuez durante 8 años. Además, gestionará 49 centros de atención primaria, y otros tantos consultorios y residencias de ancianos dependientes de dichos hospitales.

Más información sobre la privatización de la sanidad en Madrid aquí: El gobierno de la Comunidad de Madrid pretende eliminar la gestión pública de los centros sanitarios


En la foto: Juan José Güemes en su etapa como consejero de sanidad de la Comunidad de Madrid